Un capuccino para dos

Ellos se dijeron adiós, con la promesa de que quizás algún día se volverían a encontrar.

-¿Y si nos volvemos a encontrar?- Dijo ella, con la voz entrecortada, por el sentimiento que le reprimia la respiración.
- Si volvemos a cruzarnos, yo te daré una señal, y estaré ahi para tí.
Beberemos un capuccino y recordaremos los viejos tiempos, que eran nuestros hasta hoy.

Marcharon cada quien por su lado, sin decir más, sin cruzar otra mirada ni ninguna caricia de consuelo, solo quedo el recuerdo de aquel encuentro, y ese hedor a soledad que arrastraban a su paso. En el aire quedo ese deseo de volver a estar uno con el otro, de compartir de nuevo aquellos momentos, de ser felices en la medida que lograban serlo juntos. Pero el destino, caprichoso, no permitio aquel reencuentro, aquella llama quedo prendida hasta el final de sus días... o eso parecía.

Ellos regresaron a pisar esta tierra, una y otra vez, en un ciclo interminable, siendo parte de muchas historias, con otros rostros, con otros cuerpos, pero jamás juntos otra vez. Renacieron en otros mundos, en otros espacio, realidades alternas, pero sin conseguir aquella promesa. El destino seguia jugando a aquel niño caprichoso, que disfruta de reirse de los planes de los demás. Así seguían bailando a travez del tiempo.

-Buenos días, ¿qué desea joven? - Sonreía, mientras cumplia su rutina laboral, en aquel rinconcito de la ciudad. Con una gorrita que cubria sus largos cabellos, y a la vez remarcado su rostro y los labios coquetos.
- Un capuccino y un "panini" por favor.
-¡Oh! Eres tu otra vez, todos los días vienes a comer lo mismo, ¿tan rico sabe nuestro café?
-Em... no, solamente me como el "panini", es costumbre pedir algo para beber.-Él respondio forzadamente, mientras demostraba poco interes en continuar.
-Pero vas a desperdiciar este capuccino, mejor nada más te doy lo otro. - Ella sonrio iluminando el rostro de aquel joven desinteresado. Y el milagro sucedio.
-Pensandolo bien, sino me equivoco tu turno acaba en 15 minutos, ¿quieres terminar el capuccino por mi? Yo invito.

Ella solo asintio con la mirada, y después de los 15 minutos aquel capuccino trajo de nuevo el pasado, en un portal calido y con un aroma muy suave. Mientras aquel niño caprichoso, derramaba lagrimas por haber fallado.

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